SOCHI.- Fue su cuarto Mundial y, teniendo en cuenta sus 33 años, probablemente también haya sido el último. Cristiano Ronaldo se despidió de Rusia por la puerta de atrás y de una manera en cierto sentido conocida: sin protagonismo en un partido decisivo para su seleccionado.
La actuación de “CR7” en Rusia fue decreciente. Así lo señalan tanto las estadísticas como las sensaciones. Empezó con un hat-trick ante España en un electrizante encuentro que terminó 3 a 3. Siguió con el tanto del triunfo (1-0) ante Marruecos y cerró la primera fase con un penal errado (1-1) ante Irán.
El portugués se presentó ayer en Sochi con el pelo recién cortado y con una cámara siguiéndolo ya desde el calentamiento en el cotejo de los octavos de final. El tipo de escenario que más le gusta. Pero el “glamour” del preludio se acabó en cuanto comenzó el encuentro. En ese instante pasó a ser uno de los principales protagonistas de una película de terror.
Cristiano sufrió en carne propia lo que es uno de los sistemas defensivos mejor articulados del mundo. Es el del “Maestro” Tabárez y su selección uruguaya.
La estrella portuguesa acabó congelada después de reclamar la intervención del VAR y pedir más alargue. Fue todo lo que quedó de él en otra noche, y dentro de una vida llena de récords, en la que no pudo superar uno de los pocos estigmas que le perseguirá toda su vida: no hizo un solo gol para Portugal a partir de la fase de grupos de un Mundial. “No es momento hablar del futuro. Jugamos mejor, pero en el fútbol gana el que anota más goles”, señaló. ¿Esta historia continuará? (Especial-DPA)